Por Luis Armando Mendoza Leciano.
En el discurso para alcanzar sus objetivos, algunos políticos son capaces
de todo.
Un análisis de un discurso pronunciado por Layda Sansores frente a un grupo
de 100 jóvenes permite discernir lo que digo.
El siguiente es un párrafo de ese discurso:
“Estos desgraciados han arrancado las flores, pero no pudieron llevarse la
primavera”, como dice el poeta y aquí está la primavera, aquí está el anuncio
de amaneceres diferentes, por eso le apunto a la juventud, las universidades
ahora son cementerios, porque están llenos de tumbas, cada estudiante es una
tumba, que se calla y no se mueve, el joven que no lucha está muerto, mejor que
lo sepulten, porque no vale la pena que viva y ustedes son una legión que
necesitamos para derrotar al poder que ha secuestrado a Campeche, pero
rescataremos las universidades y el estado, con el valor, el coraje y la
juventud campechana”.
O sea, la estrategia de Layda es la manipulación de los jóvenes (por su
natural espíritu revolucionario e idealista) y su utilización como carne de
cañón. Su discurso es una convocatoria a los jóvenes para convertirlos en su
ejército o su punta de lanza para alcanzar los objetivos de su obsesión y su
ambición política.
Por otro lado, Layda manifiesta repudio contra la juventud universitaria
(“las universidades ahora son cementerios, porque están llenos de tumbas, cada
estudiante es una tumba, que se calla y no se mueve”, discursa Layda) que no
encaja en su percepción de que los jóvenes deben ser rebeldes por naturaleza,
es decir aquellos que no son manipulables para su causa.
Y en ese discurso de repudio a los jóvenes que no le sirven para sus fines perversos
(“el joven que no lucha está muerto, mejor que lo sepulten porque no vale la
pena que viva”, dice) condena a la juventud que no es rebelde o con baja
autoestima y los convoca al suicidio.
Este otro párrafo en el discurso de Layda es de antología:
“Este es el estado de los nenes y los
ninis, los nenes que tienen todos los privilegios, donde los puestos se heredan,
y los ninis, que no tienen trabajo, ni educación”. “Creemos que se tiene que
dar la oportunidad, siempre son los mismos y las mismas familias las que se
distribuyen los puestos y los recursos, también creemos que es importante
alentar a los empresarios y esto que ellos proponen del servicio profesional,
que debe ser reconocido como una experiencia profesional, que tengan un
estímulo y estímulos fiscales a las empresas”,
Por lo que se aprecia, en su discurso Layda Sansores también apuesta al
olvido.
Dice que Campeche es “el estado de los nenes y los ninis”. Refiere que “los
nenes” son aquellos que tienen todos los privilegios y que se heredan los
puestos y cargos públicos, y “los ninis”, aquellos que no tienen trabajo ni
educación. Y, sí, tiene razón.
Pero no podemos olvidar que, durante muchos años, Layda fue una de esas
“nenes” que gozó de todos los privilegios que ofrece ser hija de un gobernador
como Carlos Sansores Pérez y que, efectivamente, durante muchos años heredó
cargos públicos al calor de las influencias políticas de su padre.
El análisis de este discurso de Layda Sansores deja en claro de lo que, en
su ambición, son capaces algunos políticos como ella. Ni más, ni menos.
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