Luis Armando Mendoza Leciano
El grave asunto del reciente episodio trágico de la muerte de 52 personas en el incendio provocado por criminales sin escrúpulos en el Casino Royale de Monterrey, Nuevo León es un hecho que tiene que ver con la guerra contra el narco y el crimen organizado desatada por el Gobierno Federal, en la que por desgracia no parece llevar las de ganar por más que se presuma la detención y muerte de importantes cabecillas de los cárteles de las drogas.
Lo cierto es que las estructuras del narco y el crimen organizado siguen tan fuertes que siguen causando bajas entre la población civil, la más ajena a la guerra declarada por el Gobierno Federal y la situación no cambiará si no se modifica la estrategia y se ataca a sus redes financieras.
Contra los golpes que reciben, los criminales responden con ataques a civiles y la amenaza de cometer otros más, como un reto a la autoridad.
Los criminales han dado muestras inequívocas de una carencia total de escrúpulos y de la misma manera deben ser combatidos. No se les puede combatir en condiciones de desventaja.
Ellos juzgan, sentencian y ejecutan a sus víctimas sin ningún respeto y también así merecen ser tratados. De nada sirve detenerlos y recluirlos en las cárceles si de cualquier manera seguirán operando desde sus celdas. El único camino es exterminarlos. O se mete orden o seguimos en la anarquía.
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